lunes, 12 de abril de 2010

EL DRAMATICO PROBLEMA DEL AGUA EN VENEZUELA


Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha.
Victor Hugo

Cada vez se torna más serio el problema del agua en el país, hecho que ya nos ha tocado afrontar, especialmente cuando se interrumpe su servicio y se permanece varios días sin ese elemento tan importante en nuestra vida, tan necesario y que se le debe prestar la atención necesaria para evitar problemas que de él se pueden derivar, no solo de protestas al gobierno por la poca atención que se la dispensado a esta situación, sino porque se requiere de ese elemento para subsistir.

Nos recuerda y cita Omar Montilla, que en Venezuela cada habitante consume un promedio de 400 litros por día y es 13º productor de agua en el mundo y el 6º en América, pero enfrentamos un inmenso desequilibrio, porque el 60% de la población se encuentra aglomerada en 4% del territorio nacional y lo dramático es que las principales fuentes de agua dulce no siempre están cerca de los centros urbanos, lo cual implica el transporte y la pérdida de un caudal considerable en el trayecto.

En Venezuela la población está concentrada en el eje Centro-Norte-Costero y los recursos hídricos se encuentran en el eje Apurinoco (Apure y Orinoco), que incluye los ríos más caudalosos del país como el Aro, el Caura y el Caroní.

En Venezuela, el 98.09% de los ríos venezolanos fluyen hacia las cuencas del río Orinoco (94,44) y del lago de Maracaibo (3,65%)

Nos aporta al respecto Rigoberto Andressen que pesar del enorme volumen de agua que existe en el planeta, 1,41 mil millones de km3, sólo el 2% es agua dulce, la mayor parte de la cual (alrededor del 87%), se encuentra en capas de hielo, glaciares y aguas subterráneas, y un 13% (unos 2000 km3) es la cantidad de agua disponible, que se encuentra en ríos, lagos y otros cuerpos de agua dulce.

Lo cierto, que la poco agua disponible que hay mucha de ellas se esta contaminando, muy poca atención se le ha dispensado a ese hecho y las consecuencias se empiezan a sentir a nivel mundial y desde luego a nivel nacional.

Para el caso Venezolano, nos recuerda Andressen, que en 1977, se creó el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR), ente que asume gran parte de las competencias del disuelto Ministerio de Obras Públicas y de otros organismos como el Ministerio de Agricultura y Cría. Con la creación del MARNR, tanto la fase de planificación del aprovechamiento de los recursos hídricos como los aspectos relacionados con la protección y conservación, quedan bajo la responsabilidad de un solo ente ministerial.
La disponibilidad natural de agua en Venezuela está constituida por el balance entre las entradas, representadas por la precipitación y los aportes laterales provenientes de Colombia, y las salidas representadas por las pérdidas por evaporación, evapotranspiración y flujos transfronterizos hacia Brasil y Guyana.

Se sabe nos indica la fuente señalada, que existen en Venezuela dos grandes vertientes hidrológicas: la del océano Atlántico, que abarca un 82 % del territorio nacional y la del mar Caribe, que incluye los ríos que drenan directamente hacia el mar o indirectamente a través de la cuenca del Lago de Maracaibo. Estas vertientes están delimitadas por el arco montañoso de la cordillera de Mérida, cordillera de la Costa y cordillera Oriental

Se agrega a ello todo lo concerniente a aguas subterráneas, identificándose en el país:

(a) acuíferos de gran potencialidad como los de la Mesa de Guanipa (estado Anzoátegui), sur de Monagas, sistema del río Guárico, Llanos de Barinas y Llanos de Apure;
(b) acuíferos con potencial medio en Barlovento y Valle de Caracas; y
(c) acuíferos en vías de agotamiento en el valle de Quibor (Lara) y en Coro (estado Falcón).
Téngase presente, el hecho de que en Venezuela, alrededor del 70% de la electricidad se genera en centrales hidroeléctricas. Setenta y cinco por ciento de la hidroelectricidad proviene de los sistemas instalados en las cuencas de los ríos Caroní y Caura, 17% se hace a través de los sistemas instalados en Los Andes y 8% en la región de la Sierra de Perijá.. De acuerdo a los problemas de sequía que se afronta y otros mas se está reflejando los caudales de las cuencas en las que se encuentran instalados estos sistemas hidroeléctricos, generando otro serio problemas que afronta el país, lo concerniente a la electricidad. .

Omar Montilla nos recuerda además, que hay ríos que surtían de agua a las ciudades venezolanas del eje Centro-Norte-Costero, están secos, no existen o están seriamente contaminados. Ni Coro ni Maracaibo tienen ríos; y los ríos Turbio (Barquisimeto), Cabriales (Valencia), Aragua (Maracay), Guaire (Caracas) y Tuy, son verdaderas cloacas. Justo es reconocer el esfuerzo que hace nuestro Gobierno Bolivariano por el saneamiento de estas vías fluviales. El lago de Valencia, gracias a los esfuerzos de nuestro gobierno está en pleno proceso de recuperación. Pero no es suficiente.

El río Guárico está represado en Camatagua para surtir de agua a Caracas y los Valles del Tuy. Los ríos Pao y Cachinche en el estado Cojedes, también están represados para abastecer a Valencia y Maracay. Barquisimeto se surte del agua de la represa Los Cerritos (quebrada de Guarico) a casi 100 Km. de distancia. Los costos del agua, por la distancia que tienen recorrer estos acueductos y por el alarde tecnológico que suponen, son bastante considerables. Los ríos que se desprenden de la cordillera de Los Andes y que surcan los llanos altos occidentales, si bien no están en terapia intensiva, corren riegos por la tala indiscriminada de sus fuentes. Lo mismo ocurre con los ríos que nacen en la Cordillera de la Costa y que confluyen en la cuenca del río Orinoco

No hay que olvidar como se nos cita, que parte de los afluentes de la margen izquierda del río Orinoco y de la vertiente occidental de la hoya del Lago de Maracaibo, no nacen en nuestro país. Por eso se nos considera un país de aguas abajo. Poéticos nombres de ríos como los de Táchira, Zulia, Escalante, Oro y Catatumbo, nacen en Colombia, así como también aquellos ríos que tienen sus fuentes en la zona que el gobierno colombiano llama "Orinoquia", es decir la región de sabanas donde están los grandes ríos que desembocan en nuestro Orinoco, tales como: Arauca, Cinaruco, Capanaparo, Cunaviche, Meta, Guaviare, Vichada, Inírida y Guainía.

Por estudios realizados con respecto a este problema del agua en el país han determinado los organismos encargados del mantenimiento del saneamiento ambiental que las regiones y zonas en las cuales incide más la contaminación del agua son las siguientes:

los ríos Guaire y Tuy
El lago de Valencia y los ríos tributarios
los valles de los ríos Tocuyo y Aroa
Los ríos Unare, Neveri, Manzanares, Guarapiche, y sus afluentes
El lago de Maracaibo
Las aguas costeras de sur-este del golfo de Venezuela; como producto de derrames de petróleo, caída de desechos industriales y petroquímicos.
Aporta Alejandra Stepfany además, que en este problema ambiental es importante el aumento constante de aguas servidas de procedencia doméstica, en las que hay exceso de restos orgánicos, cantidades de detergentes y otros residuales que transforman el equilibrio de las aguas, generando en ella contaminación que se agrava con la presencia de microorganismos. Todas estas circunstancias causan grave daño. Se debe tomar en cuenta que las variadas especies de animales y vegetales que se desarrollan en el hábitat acuático no están allí para servir simplemente de adorno, ellos cumplen diariamente la función de oxidación de las aguas y de limpiarlas de organismos nocivos y extraños a ese hábitat. Lo que no se logrará, si por desechos tóxicos, la fauna y la flora desaparecen. Pero la razón más determinante para la contaminación de las aguas es la concentración de población en las zonas urbanas.

El uso de las aguas para variadas actividades y servicios, genera en ellas contaminación y las convierte en aguas negras, cargadas de numerosos y muy variados agentes contaminantes. No cabe la menor duda que a todo ello se agrega la fuerte crisis a la falta de precipitaciones derivadas del fenómeno El Niño, ya que ha dejado este año el peor balance de lluvias de los últimos 40 años.

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