lunes, 12 de abril de 2010

En VENEZUELA XXI: La Revolución de la Estupidez


LA PROSTITUCIÓN

Como dije al iniciar este opúsculo, “dada mi edad y mis circunstancias personales, lo que sigue posiblemente sea la última vez que me dirija a quienes fueron mis compatriotas” hasta 1998. Sobre la prostitución, definitivamente será la última vez que escriba. A través de mis años recibí información sobre diversos temas que ha sido más que suficiente para curarme de la ESTUPIDEZ que hubiese significado aceptar dichos conocimientos. Por ejemplo, de haber conocido mi paladar el gusto de un Aberlour a las 10 de la mañana, hubiese cometido una ESTUPIDEZ BÁSICA, posible causa de otras como pudo haber sido la familiaridad con dos ESTÚPIDOS disfrazados de “panas.”

Algo parecido ocurre con la prostitución; los ESTÚPIDOS (los torpes para entender la realidad de las cosas) satisfacen su paladar y su apetito carnal teniendo relaciones sexuales con una prostituta . Es natural que desarrollemos un gusto por las relaciones sexuales: no es ESTUPIDEZ apreciarlas y derivar placer de las actividades sexuales. La ESTUPIDEZ que cometemos consiste en no permitir que la inteligencia guíe todas nuestras actividades, incluyendo las sexuales. La prostitución se rige por el dinero y los sentidos, no por la inteligencia. La realidad que los ESTÚPIDOS no entienden es que la prostitución deshumaniza a quienes participan en ella; los reduce a un estado previo del proceso evolutivo, al estado pre-racional. A mí no me cabe duda de que en Venezuela la ESTUPIDEZ de la prostitución se ha propagado genéticamente de tal manera que no hay venezolano inmune a sus desagradables consecuencias . Nuestro idioma debe incluirse entre las víctimas de la prostitución pues los ESTÚPIDOS que la practican han efectuado mutaciones idiomáticas para nombrar su procedencia biológica (“la puta que te parió”), expresar admiración y desprecio (“¡jué puta!”), saludar (“¡jué puta! ¿Cómo has estado?”), y demás modismos que manifiestan la ESTUPIDEZ de quienes los usan.
El “animal racional” - el ser humano – es el único cuyo cerebro ha evolucionado hasta poder reconocer en sí mismo una y otra vez un principio de unidad, el “yo” que lo distingue de sus congéneres (el “no-yo, el tú”) . El humano también es el único animal que entiende que a través suyo se manifiesta la Energía Creativa siempre Presente en el Cosmos y que su dignidad consiste en ser esa manifestación. La prostitución nos ofrece la oportunidad de rechazar esa dignidad humana, una ESTUPIDEZ. Otra ESTUPIDEZ la cometemos al rechazar lo que somos, reflejos o imágenes del “Yo” siempre Presente. Igualmente, la prostitución, regida por los sentidos y por el dinero, niega que sea la Energía del Creador lo que nos anima constantemente (provee el alma a cada quien). Y como con otras ESTUPIDECES, siempre buscamos chivos expiatorios para sacrificarlos ante Afrodita y los demás dioses de la prostitución. De esa manera nos justificarnos ante nosotros mismos. El chivo expiatorio constantemente sacrificado es el del Narciso que todos cobijamos en nuestro interior. Día tras día creamos una imagen de nosotros mismos y, ESTÚPIDAMENTE, la adoramos (el narcisismo es una especie de idolatría) como que si fuésemos esa imagen y nada más. Hay quienes se crean para sí mismos una imagen de Nelson Mandela, la Madre Teresa, Mahatma Gandhi, y otras personalidades cuya grandeza se deriva del desprendimiento total de sus verdaderos “yos,” los cuales ellos sacrificaron en bien de la humanidad. En Venezuela, el dictraidor Hugo Chávez cree que él es la imagen de Simón Bolívar, pero le quiere hacer creer al pueblo que es su reencarnación. ¿Qué tiene que ver el narcisismo con la prostitución? La prostitución tiene dos aspectos: uno representado por la Afrodita que se vende, el otro por el Narciso que la compra.

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